Todos sabemos que "Telescopio" = tele - lejos -- scopein - ver. "Microscopio" = micros - pequeño -- scopein - ver. "Otoscopio" = otos - oído -- scopein - ver. "Oftalmoscopio" = oftalmos - ojos -- scopein - ver.
Las palabras de arriba se refieren a instrumentos que sirven para ver cosas lejadas, demasiado pequeñas, revisar los oídos y revisar los ojos. Entonces, ¿porqué se le llama "estetoscopio" (estetos - pecho/tórax -- scopein -ver) a un instrumento que sirve para escuchar el tórax?
Tomo la bonita y completa explicación de Fernando A. Navarro que aparece en dicciomed.es, que a su vez fue tomado de la revista médica online Panace@, a quiénes les corresponden todos los reconcocimientos:
"El invento del estetoscopio ha adquirido, con toda justificación, carácter mítico en la historia de la medicina. Tenemos, además, la suerte de contar con el relato de un testigo de excepción: su propio inventor, el bretón René Téophile Hyacinthe Laennec (1781-1826), figura máxima del grupo parisino de la Charité.
Existían en su época, para explorar el ritmo cardíaco, dos métodos fundamentales: la palpación y la llamada «auscultación inmediata», por aplicación directa de la oreja a la región precordial del enfermo. El párrafo que reproduzco a continuación nos retrotrae a una época de pudores y roces turbadores, que no volverá. En él, Laennec narra cómo –puesto en la tesitura de tener que diagnosticar una dolencia cardíaca en una enferma tan obesa que la palpación no permitía percibir con nitidez el corazón, y tan joven que el decoro tampoco permitía al joven médico apoyar su oreja sobre el erotizado pecho femenino– se le ocurrió la idea genial de la «auscultación mediata»:
«Je fus consulté, en 1816, pour une jeune personne qui présentait les symptômes généraux de maladie du coeur, et chez laquelle l’application de la main et la percussion donnaient peu de résultat à raison de l’embonpoint. L’âge et le sexe de la malade m’interdisant [d’appliquer l’oreille sur la region précordiale], je vins à me rappeler un phénomene d’acoustique fort connu: si l’on applique l’oreille à l’extrémité d’une poutre, on entend très distinctement un coup d’épingle donné à l’autre bout. J’imaginai que l’on pouvait peut-être tirer parti, dans le cas dont il s’agissait, de cette propriété des corps. Je pris un cahier de papier, j’en formai un rouleau fortement serré dont j’appliquai une extrémité sur la région précordiale, et posant l’oreille à l’autre bout, je fus aussi surpris que satisfait d’entendre les battements du coeur d’une manière beaucoup plus nette et plus distincte que je ne l’avais jamais fait para l’application immédiate de l’oreille.»
Laennec RTH. Traité de l’auscultation médiate et des maladies des poumons et du coeur París: Brosson & Chaudé, 1819."
[Añadimos al comentario de F. Navarro una traducción: En 1816 se me consultó en relación a una joven que presentaba síntomas generales de enfermedad del corazón, en la que la aplicación de la mano y la percusión obtenían pocos resultados por ser rolliza. La edad y el sexo de la enferma me impedían [aplicar el oído sobre la región precordial], se me ocurrió recordar un fenómeno de acústica muy conocido: si se aplica el oído en el extremo de una viga se escucha con mucha nitidez el golpe de un alfiler en el otro extremo. Imaginé que se podía quizá aprovechar en el caso que nos ocupaba esta propiedad de los cuerpos. Cogí un cuaderno, hice un rollo muy apretado cuyo extremo apliqué en la región precordial, apoyando la oreja en el otro extremo; quedé muy sorprendido y satisfecho de escuchar los latidos del corazón con una nitidez y claridad mucho mayores a como nunca los había escuchado aplicando directamente el oído.]
El comentario de Fernando Navarro continúa en el siguiente número de Panace@, Vol. 3, nº 8, Junio de 2002, p. 64, y puede leerse en este enlace.
"En el último número de Panace@ (vol. 3, n.º 7, pág. 89) vimos ya de qué curiosa manera inventó Laennec el estetoscopio con un rollo de papel, poco después sustituido por un cilindro de madera. Para dar nombre a este instrumento, que con el tiempo ha llegado a convertirse en el símbolo por antonomasia de los internistas, como el bisturí lo es de los cirujanos, los médicos de la época usaron primero vocablos como «sonómetro», «pectoriloquio» o «toraciloquio», antes de que el propio Laennec se decidiera finalmente por «estetoscopio» (del griego stêthos, 'pecho', y skopeîn, 'ver'), por considerar que permitía «ver» las lesiones torácicas ocultas a los ojos del clínico:
«Je n’avais pas cru d’abord nécessaire de donner un nom à un instrument aussi simple; d’autres en ont jugé autrement, et je l’ai entendu désigner sous divers noms, tous impropres et quelquefois barbares, et, entre autres, sous ceux de sonomètre, pectoriloque, pectoriloquie, thoraciloque, cornet médical, etc. Je lui ai donné, en conséquence, le nom de stéthoscope, qui me paraît exprimer le mieux son principal usage.»
Laennec RTH. Traité de l’auscultation médiate et des maladies des poumons et du coeur. París: Brosson & Chaudé, 1819.
[Añadimos una traducción al texto de F. Navarro: No creí al principio necesario dar nombre a un instrumento tan simple; otros tuvieron otro criterio y he oído nombrarlo con diversos nombres, todos impropios y, a veces, bárbaros; entre otros, sonómetro, pectoriloco, pectoriloquio, toraciloquio, trompetilla médica, etc. Por consiguiente, le he dado el nombre de estetoscopio que creo que es el que expresa mejor su utilidad principal.]
El nombre propuesto por Laennec, «estetoscopio», tiene, no obstante, dos grandes inconvenientes. Aunque en un principio se usó exclusivamente para explorar el tórax, hoy es frecuente su uso para auscultar los sonidos abdominales, por ejemplo, o para auscultar los tonos arteriales en el pliegue del codo al medir la tensión arterial con un esfigmomanómetro; hace ya tiempo, pues, que no tiene sentido recurrir al griego stêthos para darle nombre. Y menos aún lo tiene el recurrir al griego skopeîn; Laennec no podía saberlo, pero el desarrollo posterior de la endoscopia hizo realidad en medicina la aplicación de auténticos «estetoscopios» en el sentido literal de esta palabra; es decir, aparatos que, como los broncoscopios, los toracoscopios o los esofagoscopios, nos permiten visualizar el interior del tórax.
No es de extrañar, pues, que en español el nombre de «estetoscopio» se impusiera únicamente para el estetoscopio de madera de Laennec, que hoy ya sólo se usa en obstetricia. Para designar los modernos aparatos biauriculares y dotados de membrana amplificadora, los médicos españoles dan preferencia — cuando no traducen del inglés o del francés— al término «fonendoscopio» (del griego phonē, 'voz, sonido', éndon, 'dentro', y skopeîn, 'ver', 'examinar'), mucho más apropiado para referirnos a un aparato que se sirve de los sonidos para «ver» (en sentido metafórico) lo que ocurre en muchos lugares ocultos del cuerpo, y no sólo en el tórax."
En México llamamos 'estetoscopio' precisamente a lo que los médicos españoles llaman 'fonendoscopio', mientras que al estetoscopio obstétrico lo denominamos así o 'estetoscopio de Pinard'.
Las palabras de arriba se refieren a instrumentos que sirven para ver cosas lejadas, demasiado pequeñas, revisar los oídos y revisar los ojos. Entonces, ¿porqué se le llama "estetoscopio" (estetos - pecho/tórax -- scopein -ver) a un instrumento que sirve para escuchar el tórax?
Tomo la bonita y completa explicación de Fernando A. Navarro que aparece en dicciomed.es, que a su vez fue tomado de la revista médica online Panace@, a quiénes les corresponden todos los reconcocimientos:
"El invento del estetoscopio ha adquirido, con toda justificación, carácter mítico en la historia de la medicina. Tenemos, además, la suerte de contar con el relato de un testigo de excepción: su propio inventor, el bretón René Téophile Hyacinthe Laennec (1781-1826), figura máxima del grupo parisino de la Charité.
Existían en su época, para explorar el ritmo cardíaco, dos métodos fundamentales: la palpación y la llamada «auscultación inmediata», por aplicación directa de la oreja a la región precordial del enfermo. El párrafo que reproduzco a continuación nos retrotrae a una época de pudores y roces turbadores, que no volverá. En él, Laennec narra cómo –puesto en la tesitura de tener que diagnosticar una dolencia cardíaca en una enferma tan obesa que la palpación no permitía percibir con nitidez el corazón, y tan joven que el decoro tampoco permitía al joven médico apoyar su oreja sobre el erotizado pecho femenino– se le ocurrió la idea genial de la «auscultación mediata»:
«Je fus consulté, en 1816, pour une jeune personne qui présentait les symptômes généraux de maladie du coeur, et chez laquelle l’application de la main et la percussion donnaient peu de résultat à raison de l’embonpoint. L’âge et le sexe de la malade m’interdisant [d’appliquer l’oreille sur la region précordiale], je vins à me rappeler un phénomene d’acoustique fort connu: si l’on applique l’oreille à l’extrémité d’une poutre, on entend très distinctement un coup d’épingle donné à l’autre bout. J’imaginai que l’on pouvait peut-être tirer parti, dans le cas dont il s’agissait, de cette propriété des corps. Je pris un cahier de papier, j’en formai un rouleau fortement serré dont j’appliquai une extrémité sur la région précordiale, et posant l’oreille à l’autre bout, je fus aussi surpris que satisfait d’entendre les battements du coeur d’une manière beaucoup plus nette et plus distincte que je ne l’avais jamais fait para l’application immédiate de l’oreille.»
Laennec RTH. Traité de l’auscultation médiate et des maladies des poumons et du coeur París: Brosson & Chaudé, 1819."
[Añadimos al comentario de F. Navarro una traducción: En 1816 se me consultó en relación a una joven que presentaba síntomas generales de enfermedad del corazón, en la que la aplicación de la mano y la percusión obtenían pocos resultados por ser rolliza. La edad y el sexo de la enferma me impedían [aplicar el oído sobre la región precordial], se me ocurrió recordar un fenómeno de acústica muy conocido: si se aplica el oído en el extremo de una viga se escucha con mucha nitidez el golpe de un alfiler en el otro extremo. Imaginé que se podía quizá aprovechar en el caso que nos ocupaba esta propiedad de los cuerpos. Cogí un cuaderno, hice un rollo muy apretado cuyo extremo apliqué en la región precordial, apoyando la oreja en el otro extremo; quedé muy sorprendido y satisfecho de escuchar los latidos del corazón con una nitidez y claridad mucho mayores a como nunca los había escuchado aplicando directamente el oído.]
El comentario de Fernando Navarro continúa en el siguiente número de Panace@, Vol. 3, nº 8, Junio de 2002, p. 64, y puede leerse en este enlace.
"En el último número de Panace@ (vol. 3, n.º 7, pág. 89) vimos ya de qué curiosa manera inventó Laennec el estetoscopio con un rollo de papel, poco después sustituido por un cilindro de madera. Para dar nombre a este instrumento, que con el tiempo ha llegado a convertirse en el símbolo por antonomasia de los internistas, como el bisturí lo es de los cirujanos, los médicos de la época usaron primero vocablos como «sonómetro», «pectoriloquio» o «toraciloquio», antes de que el propio Laennec se decidiera finalmente por «estetoscopio» (del griego stêthos, 'pecho', y skopeîn, 'ver'), por considerar que permitía «ver» las lesiones torácicas ocultas a los ojos del clínico:
«Je n’avais pas cru d’abord nécessaire de donner un nom à un instrument aussi simple; d’autres en ont jugé autrement, et je l’ai entendu désigner sous divers noms, tous impropres et quelquefois barbares, et, entre autres, sous ceux de sonomètre, pectoriloque, pectoriloquie, thoraciloque, cornet médical, etc. Je lui ai donné, en conséquence, le nom de stéthoscope, qui me paraît exprimer le mieux son principal usage.»
Laennec RTH. Traité de l’auscultation médiate et des maladies des poumons et du coeur. París: Brosson & Chaudé, 1819.
[Añadimos una traducción al texto de F. Navarro: No creí al principio necesario dar nombre a un instrumento tan simple; otros tuvieron otro criterio y he oído nombrarlo con diversos nombres, todos impropios y, a veces, bárbaros; entre otros, sonómetro, pectoriloco, pectoriloquio, toraciloquio, trompetilla médica, etc. Por consiguiente, le he dado el nombre de estetoscopio que creo que es el que expresa mejor su utilidad principal.]
El nombre propuesto por Laennec, «estetoscopio», tiene, no obstante, dos grandes inconvenientes. Aunque en un principio se usó exclusivamente para explorar el tórax, hoy es frecuente su uso para auscultar los sonidos abdominales, por ejemplo, o para auscultar los tonos arteriales en el pliegue del codo al medir la tensión arterial con un esfigmomanómetro; hace ya tiempo, pues, que no tiene sentido recurrir al griego stêthos para darle nombre. Y menos aún lo tiene el recurrir al griego skopeîn; Laennec no podía saberlo, pero el desarrollo posterior de la endoscopia hizo realidad en medicina la aplicación de auténticos «estetoscopios» en el sentido literal de esta palabra; es decir, aparatos que, como los broncoscopios, los toracoscopios o los esofagoscopios, nos permiten visualizar el interior del tórax.
No es de extrañar, pues, que en español el nombre de «estetoscopio» se impusiera únicamente para el estetoscopio de madera de Laennec, que hoy ya sólo se usa en obstetricia. Para designar los modernos aparatos biauriculares y dotados de membrana amplificadora, los médicos españoles dan preferencia — cuando no traducen del inglés o del francés— al término «fonendoscopio» (del griego phonē, 'voz, sonido', éndon, 'dentro', y skopeîn, 'ver', 'examinar'), mucho más apropiado para referirnos a un aparato que se sirve de los sonidos para «ver» (en sentido metafórico) lo que ocurre en muchos lugares ocultos del cuerpo, y no sólo en el tórax."
En México llamamos 'estetoscopio' precisamente a lo que los médicos españoles llaman 'fonendoscopio', mientras que al estetoscopio obstétrico lo denominamos así o 'estetoscopio de Pinard'.
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