O por lo menos esto es lo que demuestra un estudio de la Universidad de Minesota, donde se incluyeron a 2000 adolescentes quienes consumen cantidades moderadas de refrescos y jugos azucarados.
Curiosamente, según el mismo estudio, si se encontró una relación (significativa, pero no concluyente) entre el aumento de peso y el consumo de bebidas light.
Esto es lo primero que muestra el estudio titulado: "Hábitos de bebida en adolescentes y cambios en el peso con el paso del tiempo". Lo segundo que mostró el estudio está más relacionado al título de éste post: se cree que el consumo de refresco provoca el aumento de peso. Y se seguirá creyendo. Durante muchos años los estudios demostraban que el consumo de refresco produccía aumento de peso. ¿De qué se trata, pues, que ahora se diga lo contrario? De falta de rigor científico, objetividad y compromiso.
Durante mucho tiempo todo estudia que atacara a los alimentos chatarra y bebidas embotelladas tenía mayor posibilidad de ser publicado.
Ahora, al fin, un estudio demuestra lo contrario. Faltan más, claro, para constatar que no ocurra solamente en la población norteamericana, evitar sesgos, variables desconocidas y verificar lo observado.
El problema es que la marea no cambiará de dirección en los estratos poco acostumbrados a leer estudios: las madres de familia y sobre todo, las autoridades. Ahora, con el surgimiento de la llamada "Ley Antiobesidad", las bebidas embotelladas fueron vueltas a señalar como uno de los grandes males de la humanidad en relación a la obesidad.
Digo, no defiendo a las embotelladoras, pero tampoco las ataco sin fundamento.
Las causas de obesidad son, y siempre han sido, las mismas: alimentación deficiente y falta de ejercicio. Un sólo factor, como los refrescos, no pueden condenarse. Lo que se puede condenar son los hábitos dietéticos en general y el sedentarismo. Acorde a ésto, el The New England Journal of Medicine propone gravar productos considerados dañinos. Supongo podrán hablar con el Congreso de la Unión para ponerse de acuerdo con la Ley Antiobesidad, ahora si, con un trasfondo científico. O no.
Tomo la nota de NoticiasMédicas.es.
Actualización: Tomando en cuenta el comentario de Luis Fernando, busqué más sobre el dichoso estudio. Fue publicado por The American Journal of Clinical Nutrition. Quien dirigió el estudio fue el Dr. Mark Pereira de la Universidad de Minesota.
Para el estudio se consideró el consumo no sólo de refrescos, si no de otras bebidas como jugo y leche en 2294 adolescentes de una población multiétnica, a través de cinco años.
Dicho estudio tiene, al parecer, dos grandes fallos que podrían poner en duda su veracidad: no es un estudio al doble ciego y el método para medir la ganancia de peso fue utilizar el IMC. El IMC no lo considero adecuado para medir el peso en adolescentes, ya que estos están en continuo crecimiento y mide en general un rango de sobrepaeo, obesidad, peso normal y/o desnutrición de acuerdo a la relación peso/estatura sin establecer el aumento en kilogramos en si.
Y lo más importante. No mencionan la cantidad de refresco que se bebe al día. Algunos detractores informan de casos donde el aumento de peso inicia con más de tres latas al día. Otros se van hasta las 6 o 7. Supongo que ahora el paso sería establecer mediante estudios más cuantitativos y controlados las cantidades y el tipo de azúcar utilizado en los refrescos, así como las cantidades recomendadas.
Por lo pronto, nadie me quita mi lata de Coca-Cola como piedra angular de mi comida. Ni siquiera tu, Feco.
Esto es lo primero que muestra el estudio titulado: "Hábitos de bebida en adolescentes y cambios en el peso con el paso del tiempo". Lo segundo que mostró el estudio está más relacionado al título de éste post: se cree que el consumo de refresco provoca el aumento de peso. Y se seguirá creyendo. Durante muchos años los estudios demostraban que el consumo de refresco produccía aumento de peso. ¿De qué se trata, pues, que ahora se diga lo contrario? De falta de rigor científico, objetividad y compromiso.
Durante mucho tiempo todo estudia que atacara a los alimentos chatarra y bebidas embotelladas tenía mayor posibilidad de ser publicado.
Ahora, al fin, un estudio demuestra lo contrario. Faltan más, claro, para constatar que no ocurra solamente en la población norteamericana, evitar sesgos, variables desconocidas y verificar lo observado.
El problema es que la marea no cambiará de dirección en los estratos poco acostumbrados a leer estudios: las madres de familia y sobre todo, las autoridades. Ahora, con el surgimiento de la llamada "Ley Antiobesidad", las bebidas embotelladas fueron vueltas a señalar como uno de los grandes males de la humanidad en relación a la obesidad.
Digo, no defiendo a las embotelladoras, pero tampoco las ataco sin fundamento.
Las causas de obesidad son, y siempre han sido, las mismas: alimentación deficiente y falta de ejercicio. Un sólo factor, como los refrescos, no pueden condenarse. Lo que se puede condenar son los hábitos dietéticos en general y el sedentarismo. Acorde a ésto, el The New England Journal of Medicine propone gravar productos considerados dañinos. Supongo podrán hablar con el Congreso de la Unión para ponerse de acuerdo con la Ley Antiobesidad, ahora si, con un trasfondo científico. O no.
Tomo la nota de NoticiasMédicas.es.
Actualización: Tomando en cuenta el comentario de Luis Fernando, busqué más sobre el dichoso estudio. Fue publicado por The American Journal of Clinical Nutrition. Quien dirigió el estudio fue el Dr. Mark Pereira de la Universidad de Minesota.
Para el estudio se consideró el consumo no sólo de refrescos, si no de otras bebidas como jugo y leche en 2294 adolescentes de una población multiétnica, a través de cinco años.
Dicho estudio tiene, al parecer, dos grandes fallos que podrían poner en duda su veracidad: no es un estudio al doble ciego y el método para medir la ganancia de peso fue utilizar el IMC. El IMC no lo considero adecuado para medir el peso en adolescentes, ya que estos están en continuo crecimiento y mide en general un rango de sobrepaeo, obesidad, peso normal y/o desnutrición de acuerdo a la relación peso/estatura sin establecer el aumento en kilogramos en si.
Y lo más importante. No mencionan la cantidad de refresco que se bebe al día. Algunos detractores informan de casos donde el aumento de peso inicia con más de tres latas al día. Otros se van hasta las 6 o 7. Supongo que ahora el paso sería establecer mediante estudios más cuantitativos y controlados las cantidades y el tipo de azúcar utilizado en los refrescos, así como las cantidades recomendadas.
Por lo pronto, nadie me quita mi lata de Coca-Cola como piedra angular de mi comida. Ni siquiera tu, Feco.
Gracias por la información, seguiré tomando refresco sin remordimientos :D
LoReBeLLa
17 de mayo de 2010, 11:03
Hola H.
Pues en ese mismo rigor científico, habríamos de analizar el estudio en si. ¿Cuál fue su método de selección, tamaño de muestra, variables a considerar y métodos de medición, recolección de los datos y análisis estadístico? ¿en qué revista científica fue publicada? ¿quién lo patrocinó? Estas son solo las primeras preguntas que hay que hacerse para analizar cualquier artículo científico, sea de un nuevo medicamento, esquema terapéutico o refrescos.
Por otro lado, baste ver la cantidad de azúcar, carbohidratos, que una sola botella tiene para entender que con una sola estas teniendo un riesgo de excederte en las kcal diarias. Y exceso de kcal se traducen en grasa. No hay mas.
El Feco
18 de mayo de 2010, 7:41
Listo, una pequeña actualización en el post.
Si, tienes razón, el estudio tiene algunas fallas, y graves, pero sería cuestión de complementarlo y correr estudios similares con otros métodos de recopilación de datos para establecer esta supuesta contradicción con estudios anteriores.
:D
Humbert C. Christopher
18 de mayo de 2010, 11:24