No puedo dormir. Lo cual no es demasiado raro considerando que mi horario de trabajo/descanso está fraccionado y casi es hora de levantarme. Pero supongo que no es solamente eso lo que me mantiene despierto.
Tengo que volar. Y no, mi insomnio no se debe a que vuelo en la fecha que ha quedado grabada en la memoria de tanta y tanta gente. Mi temor es algo mucho más cercano a aquel 11 de septiembre de hace diez años, tanto en tiempo como en espacio.
Hace un año, por éstas mismas fechas, el huracán Karl asoló el Puerto de Veracruz, provocando pérdidas que aún no han podido superarse. Hoy, esperamos la llegada de Nate.
Aún ignoro si se fortalecerá ésta tormenta tropical y llegará a ser huracán, aunque al parecer se está debilitando. Ignoro si podré viajar y llegar a mi trabajo. Ignoro si las lluvias provocarán el cierre del aeropuerto. Ignoro si habrá afectaciones como las del año pasado. En fin, ignoro demasiadas cosas.
Al igual que el año pasado, dejo mi casa y mi estado en incertidumbre, sin saber cómo lo encontraré a mi regreso.
Sólo nos queda esperar.
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