Terminó mi tiempo de gracia. Ya pasaron los días que puedo permanecer en tierra y debo regresar a altamar.
Me molesta dejar Veracruz en su estado actual. Me gustaría quedarme a seguir ayudando, seguir apoyando donde es tan necesario. Desgraciadamente para poder ayudar más hay que tener medios, y los medios se consiguen trabajando.
Espero que para cuando regrese la situación ya esté normalizada. Dejo mi grano de arena con una amplia satisfacción, esperando las manos no dejen de llegar y ayudar.
Saben que no soy patriotero ni sufro de un orgullo desmesurado por el lugar donde nací. He tenido la fortuna de visitar gran parte de México, y en todos lados se encuentran los mismos valores. El chiste, si es que se puede considerar "un chiste", es conocer la historia del piso donde vives, del suelo donde naces. Por poco nazco en Ciudad del Carmen, Campeche. Tuve la fortuna de nacer en Veracruz, ya que algunas complicaciones neonatales se dieron y por poco no me cuentan. En Veracruz se dieron los medios para que yo pudiera ser, asistir en parte a la escuela y conocer a grandes personas. Accidentes, todas circunstancias, pero no me quejo. Veracruz es un buen lugar para estar. Lo suficientemente bueno para que gente muriera por defenderlo. Les dejo los siguientes párrafos a aquellos que quieran tener una perspectiva un poco diferente de lo que suelen hacer los veracruzanos (y los mexicanos, y millones de personas en todo el planeta, carajo, que el honor no se da por división política ni geográfica) en tiempos así.
En nuestra maltrecha historia se cuentan las invasiones extranjeras y la defensa de la Ciudad y Puerto de Veracruz. Perdimos (como país y estado), para variar, pero no sin pelear. Nunca sin pelear. La siguiente es una inscripción en una lápida que se localiza, o localizaba, en el Panteón General Veracruzano. Abajo aparecen los nombres de Genaro Montero y Francisco Vidal Yépez, quienes se presume son el autor y el escultor, respectivamente. Es algo que no dejaba de repetir en mi mente mientras escuchaba las historias de tragedia, de pérdidas, de robos y saqueos, de vida, muerte y hasta cocodrilos:
Heroico Veracruz, pueblo guerrero,
tú que en la lid alientas corazones,
regazo maternal de las naciones,
disipa tu dolor, dile al extranjero:
Antes que avances, inclínate extranjero;
aquí, en este recinto de espartanos,
los que frente al soldado americano
sucumbieron mostrando el heroísmo
de los buenos y honrados mexicanos.
Pero también historias de ayuda, de humanitarismo, empatía y compasión. Ya no es la guerra, pero si algo que se le parece demasiado. Tanto que recordé esto:
Los hemos visto serenos y decididos en sus baluartes, sin que se desanimaran por la falta de víveres, de sueldos y de pertrechos; los hemos visto cuidando la seguridad de las casas con patrullas que andaban constantemente en las calles [...], los hemos visto, en fin, apagando incendios y protegiendo las propiedades de los particulares.
Pueden marchar con la dulce satisfacción de haber hecho los mayores esfuerzos, que muy pocas guarniciones hubieran hecho, los hemos visto, en fin, impávidos [...], sin que alguno hubiese abandonado su punto.
A las autoridades políticas debemos también el buen orden y los auxilios que se han dado oportunamente a los heridos y enfermos y a los necesitados, a pesar de los peligros tan grandes que corrían en todas partes. La policía ha redoblado su vigilancia y evitado toda clase de desórdenes, inevitables, sin embargo, en semejantes circunstancias.
A los médicos y practicantes de los hospitales los hemos visto constantemente ocupados de sus heridos, sin abandonar el puesto [...]
Todos, desde el comandante general hasta el último soldado, nos han llenado de admiración por su heroico comportamiento, y todos pueden marchar con la dulce satisfacción de dejar aquí muchos testigos de su ilustración, de su heroicidad y de su humanidad.
Deseamos que este testimonio les sirva de consuelo para que les acompañe un recuerdo de tantos amigos que los aprecian y los estiman no sólo por sus antiguas relaciones, pero por su noble y brillante conducta.
Firmado el 28 de marzo de 1847, por miembros pertenecientes al comercio neutral de Veracruz.
Queda en los ciudadanos vigilar el comportamiento de los políticos, de los militares, policías y médicos. Que se cumplan las promesas de los tiempos electorales, manuales y cuanto juramento se deba cumplir. Los dejo con un desmadre, pero los dejo con mis mejores deseos. Se hizo lo que se pudo, y se espera poder hacer aún más.
Gracias, namaste, y mucha suerte.
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