Cuando estaba en el bachillerato y mi mejor amigo Ike vivía por acá la situación económica nos impedía comprar todos los libros que queríamos leer. Lo que optábamos por hacer (además de prestarnos los libros) era un pequeño ritual al que yo llamaba "Cacería de libros": visitábamos cuatro o cinco (o más) tiendas departamentales, supermercados, librerías, puestos ambulantes, puestos de libros usados, donde sea que hubiera libro y revisábamos escrupulosamente todos los anaqueles, buscando libros que nos llamaran la atención y lo más importante: que estuvieran al alcance de los bolsillos de dos jóvenes bachilleres.
Los resultados a veces eran de lo más variado: a veces no encontrábamos nada y a veces encontrábamos verdaderos y menospreciados tesoros. De los que más recuerdo son los títulos que forman la excelente colección de Mundos Imaginarios, de Plaza Janés: Doce títulos de ciencia ficción de autores hasta ése entonces desconocidos por nosotros, como Theodore Sturgeon, Brian Aldiss, Zelazny o Jack Vance.
De hecho, nuestro gusto por la ciencia ficción podría decirse empezó con éstas cacerías: el mainstream de la sci-fi en México llegó a tener precios bastante atractivos en las ediciones de bolsillo. Así, leímos cantidades ingentes de Isaac Asimov, los primeros números de Dune, más adelante (y ya sin Ike cerca, desafortunadamente) Dan Simmons, Orson Scott Card y NEal Stephenson, entre otros.
Otros libros de los que solíamos buscar con cierta frecuencia eran de Stephen King y de Anne Rice, aunque no siempre eran baratos, pero eran favoritos. Como los de Arthur Conan Doyle, Agatha Christie y demás clásicos necesarios.
Pero los verdaderos tesoros solían ser ésos libros ignorados que encontrábamos por cantidades irrisorias de dinero: veinte, treinta pesos, a veces. Cincuenta el más caro. O menos, de ser posible. En ésos días y a ésos precios conseguí leer a John Irving (El mundo según Garp), Ken Follet (Los pilares de la Tierra), Peter Straub (El Dragón Flotante), Robin Cook (Coma),Wilbur Smith (El pájaro del Sol) y una gran cantidad de buenos autores que suelen pasar desapercibidos en México. Bueno, en Veracruz.
Hoy tuve la fortuna de volver a repetir aquellos momentos, también con alguien muy querido para mi. En ésta ocasión traje a mi novia caminando un buen rato, desde unas mesas colocadas en Juan Pablo II antes de llegar al SEMEFO, pasando por Fábricas de Francia de Plaza Mocambo, Soriana y La Mega. El resultado fue bastante bueno: dos libros de Dame Christie (Los primeros casos de Poirot y Pleamares de la Vida de Editorial Molino) a 130 pesos, y Mendigos en España (de la excelentísima selección de Byblos Ciencia Ficción de Ediciones B, prologados por Miquel Barceló y que deberían formar parte esencial de cualquier biblioteca de un fan del género) y Ciudad de Huesos de Michael Connelly (misma editorial) a 29 pesos cada uno. Verdaderas gangas.
Éste pequeño post del recuerdo es una invitación. Si son lectores asiduos, den una vuelta por los supermercados y lugares donde vendan libros usados. Sus bolsillos lo agradecerán. Por norma, es difícil que encuentren ofertas demasiado buenas en tiendas más grandes, pero las sorpresas existen. Y lo más importante: diversifiquen. Ahí hay autores muy buenos y libros memorables, de los que nadie habla. Una rápida búsqueda por la red o escuchar sus instintos les pueden llevar a un nuevo favorito. Deben darse la oportunidad ustedes mismos.
Ike, donde quiera que estés (Tabasco, creo), éste viejo Duncan Idaho te está agradecido.
Zab, muchísimas gracias por aguantar(me) tanto, soportar horas y horas de plática y camino y hasta cargar mis libros. Te amo.
Jajajajaja. Me has hecho recordar buenos viejos tiempos viejo amigo. Había olvidado como comenzamos a leer a toda esa ingente cantidad de autores, es increíble cuanto ha pasado desde entonces, pero si algo siempre he reconocido es que el gusto a la lectura comenzó precisamente por que empezaste a prestarme libros, comentar autores, por ti viejo amigo. Es dificil olvidarlo cada vez que tomo un libro. En este momento gracias a Dios estoy disfrutando unas vacaciones a Campeche, aunque sigo radicando en Tabasco. Buenos tiempos. Un abrazo, mi fiel y buen amigo.
Ike
29 de mayo de 2011, 14:13