Leer es un acto de complicidad entre el autor, a quien dejamos que nos cuente cosas inverosímiles, y los lectores, quiénes accedemos a creérlas. Porque leer requiere de la llamada "suspensión de la incredulidad", aún tratándose de documentos históricos y autobiografías.
El libro es un artículo de lujo: combina el olor a polillas con una de las más eficientes máquinas del tiempo disponibles en la actualidad (incluso pueden servir de portales interdimensionales, dependiendo de qué haya cenado el autor ése día), todo en un empaque práctico. Y ni siquiera requiere baterías, funciona a partir de la luz de una vela.
Pueden quejarse de los costos en lo libros, pero siempre tendrán a una tía dispuesta a comprarles uno "con tal de que no pasen tiempo en el internets ese, que es cosa del diablo".
No hay que burlarse de los que no leen: nuestros hijos pueden ser así. De hecho, empezarán así, nos costará media vida corregirlos.
Un libro nunca suplirá a un buen amigo, pero a través de los libros inician las mejores amistades.
Los libros que se quedan en las librerias ocasionan impuestos. Regalarlos o donarlos también. Por esto, los libros son destruídos dependiendo de cómo se vendan o no se vendan. Comprar un libro es resguardarlo temporalmente de la destrucción. Es ser Schindler, evitando que un ser humano termine en el incinerador.
El libro es un artículo de lujo: combina el olor a polillas con una de las más eficientes máquinas del tiempo disponibles en la actualidad (incluso pueden servir de portales interdimensionales, dependiendo de qué haya cenado el autor ése día), todo en un empaque práctico. Y ni siquiera requiere baterías, funciona a partir de la luz de una vela.
Pueden quejarse de los costos en lo libros, pero siempre tendrán a una tía dispuesta a comprarles uno "con tal de que no pasen tiempo en el internets ese, que es cosa del diablo".
No hay que burlarse de los que no leen: nuestros hijos pueden ser así. De hecho, empezarán así, nos costará media vida corregirlos.
Un libro nunca suplirá a un buen amigo, pero a través de los libros inician las mejores amistades.
Los libros que se quedan en las librerias ocasionan impuestos. Regalarlos o donarlos también. Por esto, los libros son destruídos dependiendo de cómo se vendan o no se vendan. Comprar un libro es resguardarlo temporalmente de la destrucción. Es ser Schindler, evitando que un ser humano termine en el incinerador.
Me cae que no hay que burlarse de los que no leen, en mi casa mis hermanas leen tan poco que casi podría decirse que no leen nada.
Nuestra amistad nació gracias a un libro ¿lo recuerdas? y ellos han sido parte de nuestras grandes conversaciones.. Gracias por todos los que me has aconsejado leer y por los que alguna vez me llegaste a prestar o regalar.
LoReBeLLa
23 de abril de 2010, 13:15