¿Qué haré en mi cumpleaños? Curar gente, porque eso es lo que hago, y lo hago bastante bien. Aunque la primera parte del día me la pasaré viajando en un autobús de segunda, porque el dinero y el tiempo no alcanzan para mayor comodidad. Con un poco de suerte dormiré en el camino, escuchando el reggaeton de los estudiantes de Alvarado que se suben en Salinas y Arbolillo. Despertaré 6 o 7 veces en el camino, una vez por cada parada del autobús. En Lerdo se subirá el mismo policía que siempre me despierta porque se baña en perfume y apesta el autobús. Con un poco de suerte irá del otro lado del pasillo, y el tufo será menor. Después de Angel R. Cabada empezarán a subir los ensombrerados, con su olo a sudor viejo y sus pláticas conspiratorias. No les haré caso y seguiré durmiendo hasta Tapalapan y de ahí trataré de no hacerlo, porque si me duermo terminaré en San Andrés y yo me bajo en Santiago.
En Santiago esperaré la viajera que me lleve a El Morillo, y de ahí a El Zapotal. Las viajeras son camionetas Nissan "modificadas" para el transporte público. Dará tumbos en la horrible carretera, olerá a gasolina y no tengo lugar dónde apoyar los brazos para no ir saltando de un lado a otro, pero encontraré la forma de robarle 30 minutos de sueño al viaje. El camino de terracería El Morillo-El Zapotal me despertará, porque es intransitable en temporada de lluvias.
Llegaré a mi UMR, pequeñita pero con personalidad, y estará Gudulupe esperando. No, no se llama Guadalupe, sino Gudulupe, proque así escribe ella. Si tengo un poco de suerte, no habrá nadie más esperando, pero es casi seguro que habrá dos o tres personas esperando consultas. A lo mejor un niño con infección de garganta o un anciano con vómito. Sólo que allá los llaman "las anginas" y "la arrojadera". Los atenderé a los dos, les diré que no hay medicamentos y les recetaré algo. Y no, para la diarrea no doy antibiótico de primera vez, ni aunque me lo pidan.
Gudulupe me dirá las noticias del fin de semana. Que si el Chivo ya no quiere entrar a la Marina. Que si Dina tuvo problemas porque le levantaron reporte. Que si el agente municipal anda de aquí para allá.
Con un poco de suerte a la una ya no habrá que ser. Habré visto a los 6 a 10 pacientes del lunes en la mañana y a todos les habré dado un buen servicio. Porque eso hago, aunque digan que soy regañón y enojón. Porque debo hacerme entender, y lamentablemente muchos sólo entienden cuando se les trata así.
De dos a cuatro dormiré, es obligatorio. La espalda me estará matando, la cabeza me dolerá y a lo mejor tendré un calambre en la pierna por dormir sentado en el camión. Ni modo, a aguantarse. Pondré el agua a enfriar en mi refrigerador del año del caldo, prenderé mi ventilador, abriré una ventana o dos y echaré una pestaña de hora y media.
A las cuatro volveré a abrir la consulta. No hay mucho trabajo por las tardes pero nunca se sabe, con eso de que los hombres regresan de la milpa a ésas horas. Con un poco de suerte a las seis estaré cerrando otra vez, e ire a comer a casa de doña Mary. Veré un poco la tele, porque sólo puedo ver la tele mientras como en casa de doña Mary, y regresaré a la clínica. Como son las siete y media, ya estará oscuro por el nuevo horario. Ésa comida será la única comida del día.
Me bañaré, me vestiré y prenderé la computadora. A lo mejor juego un rato, a lo mejor leo los cómics o libros que tengo guardados. Seguiré leyendo "Contacto", de Carl Sagan. Después, entre diez y once, decidiré que es hora de dormir en mi catre con un colchón que ha visto mucho mejores días. Apagaré la luz y me acordaré que es mi cumpleaños, el primer cumpleaños que pasaré lejos de mi familia. El primer cumpleaños en que no veré a Zabdy (bueno, si la veré, porque tengo fotos de ella en mi cuarto, pero saben a lo que me refiero). El primer cumpleaños que mi madre no me preparará nada de comer. Ni siquiera podré pedir una pizza. Nadie me abrazará, ni me hablarán por teléfono. Recibiré los mensajes del Facebook y del Twitter y los correos con una semana de atraso, la próxima semana, excepto, claro, aquellos que se adelantaron.
No creo que haya regalos este año, y si los hay prefiero el dinero en efectivo, porque me ha estado haciendo falta estos días. Aún no me depositan en la tarjeta que nos obligaron a tramitar.
Pero estaré trabajando, ayyo, porque soy médico. Estaré en la línea frontal, donde debo de estar. Estaré alerta en caso de dengue e influenza, estaré pegado a la radio, estaré atendiendo gente con problemas no-médicos pero que no saben a quién recurrir. Estaré llenando papeles y más papeles, solicitando e interpretando. Estaré curando gente, porque a eso me dedico. Y sólo en la noche me acordaré que es mi cumpleaños.
Con un poco de suerte, ésa noche (esta noche) no habrá ninguna urgencia.
En Santiago esperaré la viajera que me lleve a El Morillo, y de ahí a El Zapotal. Las viajeras son camionetas Nissan "modificadas" para el transporte público. Dará tumbos en la horrible carretera, olerá a gasolina y no tengo lugar dónde apoyar los brazos para no ir saltando de un lado a otro, pero encontraré la forma de robarle 30 minutos de sueño al viaje. El camino de terracería El Morillo-El Zapotal me despertará, porque es intransitable en temporada de lluvias.
Llegaré a mi UMR, pequeñita pero con personalidad, y estará Gudulupe esperando. No, no se llama Guadalupe, sino Gudulupe, proque así escribe ella. Si tengo un poco de suerte, no habrá nadie más esperando, pero es casi seguro que habrá dos o tres personas esperando consultas. A lo mejor un niño con infección de garganta o un anciano con vómito. Sólo que allá los llaman "las anginas" y "la arrojadera". Los atenderé a los dos, les diré que no hay medicamentos y les recetaré algo. Y no, para la diarrea no doy antibiótico de primera vez, ni aunque me lo pidan.
Gudulupe me dirá las noticias del fin de semana. Que si el Chivo ya no quiere entrar a la Marina. Que si Dina tuvo problemas porque le levantaron reporte. Que si el agente municipal anda de aquí para allá.
Con un poco de suerte a la una ya no habrá que ser. Habré visto a los 6 a 10 pacientes del lunes en la mañana y a todos les habré dado un buen servicio. Porque eso hago, aunque digan que soy regañón y enojón. Porque debo hacerme entender, y lamentablemente muchos sólo entienden cuando se les trata así.
De dos a cuatro dormiré, es obligatorio. La espalda me estará matando, la cabeza me dolerá y a lo mejor tendré un calambre en la pierna por dormir sentado en el camión. Ni modo, a aguantarse. Pondré el agua a enfriar en mi refrigerador del año del caldo, prenderé mi ventilador, abriré una ventana o dos y echaré una pestaña de hora y media.
A las cuatro volveré a abrir la consulta. No hay mucho trabajo por las tardes pero nunca se sabe, con eso de que los hombres regresan de la milpa a ésas horas. Con un poco de suerte a las seis estaré cerrando otra vez, e ire a comer a casa de doña Mary. Veré un poco la tele, porque sólo puedo ver la tele mientras como en casa de doña Mary, y regresaré a la clínica. Como son las siete y media, ya estará oscuro por el nuevo horario. Ésa comida será la única comida del día.
Me bañaré, me vestiré y prenderé la computadora. A lo mejor juego un rato, a lo mejor leo los cómics o libros que tengo guardados. Seguiré leyendo "Contacto", de Carl Sagan. Después, entre diez y once, decidiré que es hora de dormir en mi catre con un colchón que ha visto mucho mejores días. Apagaré la luz y me acordaré que es mi cumpleaños, el primer cumpleaños que pasaré lejos de mi familia. El primer cumpleaños en que no veré a Zabdy (bueno, si la veré, porque tengo fotos de ella en mi cuarto, pero saben a lo que me refiero). El primer cumpleaños que mi madre no me preparará nada de comer. Ni siquiera podré pedir una pizza. Nadie me abrazará, ni me hablarán por teléfono. Recibiré los mensajes del Facebook y del Twitter y los correos con una semana de atraso, la próxima semana, excepto, claro, aquellos que se adelantaron.
No creo que haya regalos este año, y si los hay prefiero el dinero en efectivo, porque me ha estado haciendo falta estos días. Aún no me depositan en la tarjeta que nos obligaron a tramitar.
Pero estaré trabajando, ayyo, porque soy médico. Estaré en la línea frontal, donde debo de estar. Estaré alerta en caso de dengue e influenza, estaré pegado a la radio, estaré atendiendo gente con problemas no-médicos pero que no saben a quién recurrir. Estaré llenando papeles y más papeles, solicitando e interpretando. Estaré curando gente, porque a eso me dedico. Y sólo en la noche me acordaré que es mi cumpleaños.
Con un poco de suerte, ésa noche (esta noche) no habrá ninguna urgencia.
Pues...
Leerás esto en un semana. Pero hoy, muchos te mandamos abrazos, por el caralibro y por aquí. Sé que sabes que la banda bloguera se acuerda de ti, y hoy que es tu cumpleaños no es excepción.
Alguien (porque no le pregunté su nombre) me dijo ayer en el camino de regreso de Guanajuato: "el camino del médico es muy duro, muy largo y muy dificil, no se me rinda, acuérdese de Dios, y tenga fé en que todo va a salir bien, tenga fé en que su camino va a llegar a buen destino"
En tu caso, ten fé, si quieres en el Spaghetti Volador, pero ten fé en que todo saldrá bien.
Feco
26 de octubre de 2009, 10:07
Felicidades!!!
6 a 10 pacientes de los lunes...
te mandare una bolsa de corcholatas como donacion para que te hagan una estatua...
MESIAS
28 de octubre de 2009, 11:12
Necesito un blog para quejarme...
MESIAS
28 de octubre de 2009, 11:13
Mi blog es tu blog, Mesiah of Eyipantla´s Jump.
Si existe alguien en este Universo para quejarse del SS, ése eres tu.
Humbert C. Christopher
1 de noviembre de 2009, 12:59