Su nombre era Laura Angélica. Nunca la conocí.
Desconozco los detalles de su vida. Desconozco cómo era su familia, sus amigos. No sé en qué secundaria estudió, ni cual era su comida favorita, ni su color predilecto.
No sabía que existía hasta hoy.
Había escuchado rumores, claro. En el curso que estamos tomando nos hablaron de ella, aunque sin mencionar su nombre. Nos la pusieron de ejemplo. "Muchachos, tengan cuidado, fíjense que a una Médico Pasante en Degollado le sucedió..."
El Internado te entrena. Son las barracas donde aprendes lo básico de supervivencia y combate. Aprendes a no comer, no dormir, estar siempre atento y habitar en la oscuridad, recibiendo constantes humillaciones, privaciones, gritos, regaños y hasta golpes, que te vuelven "mas fuerte y más apto".
Pero por lo menos tienes compañeros con los cuales apoyarte, con los cuales platicar, distraerte y hasta llorar.
El Servicio Social (bien siglado como SS) es la guerra, y lo peor es que estás totalmente solo.
Sola estaba Laura Angélica. Sola estaba cuando Ricardo García Barajas volvió a reclamarle el no haber atendido a su niño. Sola, cuando García Barajas sacó su machete y la atacó.
Murió sola. Murió sola en su clínica de adscripción. Murió por no atender una faringitis en un paciente afebril, por no atender algo que no consideró urgencia. Algo que ningún MPSS consideraría como una urgencia. Pero Ricardo García Barajas no lo entendió. Él quería la consulta para su hijo, y la quería a como diera lugar.
Hasta el día de hoy no conocía su nombre. He estado muy ocupado arreglando las cosas para mi propio Servicio Social.
No dejo de pensar en lo hermoso de la carrera de Medicina, la más noble de las artes, el más bello de los oficios. No dejo de pensar en el Internado, en el cual sufrí, si, pero el cual disfruté a su vez. No dejo de pensar en la gente a la que ayudé, a la que pude confortar, con la que estuve en sus últimos momentos. Las curaciones, las suturas, las horas en quirófano, los partos, las cesáreas, en fin, todo lo que el interno debe hacer.
No dejo de pensar en los cinco años de carrera en la Facultad, en los días estudiando, soportando maestros regodeándose de sus años como eminencias médicas, los maestros aburridos, de los exámenes reprobados, los aprobados, las materias exentas, las presentaciones, los amigos, las peleas, en fin, todo aquello que vuelve a la Faculad de Medicina un recuerdo imborrable.
No dejo de pensar que es injusto. No mataron sólo a una doctora. No mataron sólo a Laura Angélica. No mataron a un MPSS ni a una servidora de la comunidad.
Mataron todo un sueño.
Estoy seguro que murió de forma valiente, apoyando su diagnóstico hasta el último momento, tratando de hacerle entender al cobarde de García Barajas que ella era la doctora, con la frente en alto y peleando hasta el final, porque eso lo aprendes en ésta, la Carrera Más Hermosa del Mundo.
Desconozco los detalles de su vida. Desconozco cómo era su familia, sus amigos. No sé en qué secundaria estudió, ni cual era su comida favorita, ni su color predilecto.
No sabía que existía hasta hoy.
Había escuchado rumores, claro. En el curso que estamos tomando nos hablaron de ella, aunque sin mencionar su nombre. Nos la pusieron de ejemplo. "Muchachos, tengan cuidado, fíjense que a una Médico Pasante en Degollado le sucedió..."
El Internado te entrena. Son las barracas donde aprendes lo básico de supervivencia y combate. Aprendes a no comer, no dormir, estar siempre atento y habitar en la oscuridad, recibiendo constantes humillaciones, privaciones, gritos, regaños y hasta golpes, que te vuelven "mas fuerte y más apto".
Pero por lo menos tienes compañeros con los cuales apoyarte, con los cuales platicar, distraerte y hasta llorar.
El Servicio Social (bien siglado como SS) es la guerra, y lo peor es que estás totalmente solo.
Sola estaba Laura Angélica. Sola estaba cuando Ricardo García Barajas volvió a reclamarle el no haber atendido a su niño. Sola, cuando García Barajas sacó su machete y la atacó.
Murió sola. Murió sola en su clínica de adscripción. Murió por no atender una faringitis en un paciente afebril, por no atender algo que no consideró urgencia. Algo que ningún MPSS consideraría como una urgencia. Pero Ricardo García Barajas no lo entendió. Él quería la consulta para su hijo, y la quería a como diera lugar.
Hasta el día de hoy no conocía su nombre. He estado muy ocupado arreglando las cosas para mi propio Servicio Social.
No dejo de pensar en lo hermoso de la carrera de Medicina, la más noble de las artes, el más bello de los oficios. No dejo de pensar en el Internado, en el cual sufrí, si, pero el cual disfruté a su vez. No dejo de pensar en la gente a la que ayudé, a la que pude confortar, con la que estuve en sus últimos momentos. Las curaciones, las suturas, las horas en quirófano, los partos, las cesáreas, en fin, todo lo que el interno debe hacer.
No dejo de pensar en los cinco años de carrera en la Facultad, en los días estudiando, soportando maestros regodeándose de sus años como eminencias médicas, los maestros aburridos, de los exámenes reprobados, los aprobados, las materias exentas, las presentaciones, los amigos, las peleas, en fin, todo aquello que vuelve a la Faculad de Medicina un recuerdo imborrable.
No dejo de pensar que es injusto. No mataron sólo a una doctora. No mataron sólo a Laura Angélica. No mataron a un MPSS ni a una servidora de la comunidad.
Mataron todo un sueño.
Estoy seguro que murió de forma valiente, apoyando su diagnóstico hasta el último momento, tratando de hacerle entender al cobarde de García Barajas que ella era la doctora, con la frente en alto y peleando hasta el final, porque eso lo aprendes en ésta, la Carrera Más Hermosa del Mundo.
Había ya escuchado lo que pasó.
Y creeme que no hay noche que me acueste, entre los brazos protectores de la ciudad en donde hago el MPSS, sin pensar en que mis amigas están pasando la noche solas en una clínica pidiendo que no les llegue ninguna "urgencia".
LoReBeLLa
17 de febrero de 2009, 8:10
Si.
Me siento un poco desautorizado para opinar sobre el servicio social en comunidad. Pero uno se entera de todas las carencias y dificultades que se viven en un pueblo. Aquí mismo en la ciudad es dificil (y quizá mas peligroso a decir verdad).
Siempre me ha parecido por demás injusta la remuneración económica desproporcional al trabajo que realizan los MPSS. No solo atienden la salud de TODA una comunidad -o comunidades- sino que coordinan programas sociales federales con los cuales los funcionarios se paran el cuello por sus magníficos resultados, por los cuales, dichos burócratas reciben sueldos magnánimos. ¿Qué le toca al MPSS por llevar a cabo dichas labores? Nada.
Y como bien dicen, en muchas comunidades reciben en su lugar amenazas, insultos o hasta la muerte.
Quizá valdría la pena recordar aquellos movimientos y protestas de médicos en la década de los 60`s...
Feco
19 de febrero de 2009, 7:18
Ayyy, se siente refeo, yo no seré médico ni nada de eso, pero estaré expuesta a lo que será el "paciente", también he escuchado casos y cosas feas que podría suceder, pero pues e slo que nos gusta, eso queremos hacer, es lo más hermoso.. Ayyy te mando un besito:P
Cuídate mucho.
Manguito
1 de marzo de 2009, 22:00