(Tomado de las notas del Dr Humbert C. Christopher)
03-febrero-2009
23:hrs
Tengo el estómago lleno y el corazón maravillado con lo poco que he conocido de la gente en éste lugar. El Zapotal es un pueblo que depende del gobierno y sus programas para seguir adelante, y los pocos problemas sociales parecen derivados de lo mismo, más allá de partidos políticos o religiones.
Es un pueblo pequeño, pero tiene aspiraciones.
La sencillez de la gente no deja de asombrarme; uno puede caminar por la noche a solas, sin luz, en total libertad y sin miedo. No hay ladrones porque todos se conocen.
El médico de salida me llevó a conocer a algunos delos habitantes del pueblo. Lugar donde iba lugar donde lo recibían con una sonrisa y un plato de comida caliente. Caldo de gallina de rancho, carne entomatada, frijoles, empanadas de pollo, queso de hebra y lo mejor: tortillas hechas a mano. Pocas veces he comido tan rico, y eso que apenas voy comenzando.
Por lo pronto ya me amenazaron con invitarme a comer armadillo, iguana, conejo y tortuga.
04-febrero-2009
17:15 hrs
Si el internado es el infierno, el servicio social debe ser lo más parecido al cielo: las matadas de hambre han sido sustituidas por copiosas y sabrosas comidas; las horas interminables de guardia por la modorra del calor vespertino y el papeleo urgente por formatos que pueden ser llenados con tranquilidad por las tardes.
Pero las apariencias pueden engañar: "Pueblo chico..."
17:45 hrs
Hoy comí yuca por primera vez, fue en casa de doña Remedios, en "El Tular", pueblo hermano de El Zapotal.
Sabe como a papa. Dicen que frita sabe como a plátano.
18:10 hrs
Me comí unos platanos fritos. Saben a yuca.
Hermano, ciertamente el servicio social es la antítesis del infiernado. Es diamentralmente opuesto en cuanto a presiones y comida. Pero no todo es brisa sobre la pradera verde.
Se sustituye el mandato dictatorial de residentes o adscritos por una histeria colectiva muy contagiosa llamada ENARM (para mas referencias, la serie de "El efecto ENARM").
Mucha suerte con tu comunidad, disfruta mucho esa experiencia, seguro redondearas tus ideologías y tu panza también.
Sinceramente, muchas veces he envidiado haber hecho el servicio en un pueblo, y no en un hospital del DF...
Feco
5 de febrero de 2009, 8:58
La yuca frita sabe a obo.
Anónimo
5 de febrero de 2009, 21:41
...y el plátano, a garras...
Humbert C. Christopher
5 de febrero de 2009, 23:25