"In hoc signo vinces"
Durante el 21 de diciembre ocurre un fenómeno natural que pasaría casi desapercibido a todo el mundo menos a los antiguos observadores adoradores del Sol: el solsticio de invierno, es decir, el día más corto del año. Al decir "el día más corto del año" me refiero a que es el día en el que se percibe la menor cantidad de luz solar debido a que la inclinación de la Tierra y su distancia con el Sol ocasiona que desde la Tierra se aprecie como una cantidad menor de tiempo en la que el Sol está presente en el cielo.
Para los antiguos adoradores del Sol (que en su principio, fueron todas las religiones existentes) vieron el solsticio de invierno como un día aciago, en la cual la máxima deidad reinante parece a punto de perecer, pero, días después, se percibe un ligero cambio: el Sol tarda un poco más de tiempo en ocultarse, y cada día que pasa, inicia su largo ascenso por su ciclo celeste. El Sol no ha sido derrotado. El Sol Invictus.
La fecha del Sol Invictus, celebrado en los cultos romanos de Mitra, Gabal y el mismo Sol, es 25 de diciembre. Así es, Navidad. Y no es coincidencia. En un acto de sincretismo con los antiguos cultos paganos, y aprovechando su conversión al cristianismo, Constantino I, cerca del año 300 después de Cristo, decidió que la fiesta del Sol Invictus era perfecta para celebrar el nacimiento de Jesús, alias El Cristo. Cabe mencionar que la Biblia cristiana nunca menciona fechas, y que los distintos cálculos señalan días como el 6 de enero o el 25 de marzo como otras fechas probables del nacimiento del Mesías, aunque como suele suceder, la espada ganó las discusiones que no pudieron ganar las plumas y la razón, y el Imperio Romano prevaleció en su celebración.
Por eso celebramos la Navidad los 25 de diciembre, en la ocultación de un antiguo ritual pagano impuesto por la fuerza en nombre de una religión que ha copiado casi todos sus elementos de las mismas religiones que más tarde señalaría de paganas y satánicas.
Y si, podrán decir lo que quieran del espíritu navideño, de la importancia de la familia, de las fiestas, etcétera: eso no cambia la historia.
¡Feliz Sol Invictus a todos!
Durante el 21 de diciembre ocurre un fenómeno natural que pasaría casi desapercibido a todo el mundo menos a los antiguos observadores adoradores del Sol: el solsticio de invierno, es decir, el día más corto del año. Al decir "el día más corto del año" me refiero a que es el día en el que se percibe la menor cantidad de luz solar debido a que la inclinación de la Tierra y su distancia con el Sol ocasiona que desde la Tierra se aprecie como una cantidad menor de tiempo en la que el Sol está presente en el cielo.
Para los antiguos adoradores del Sol (que en su principio, fueron todas las religiones existentes) vieron el solsticio de invierno como un día aciago, en la cual la máxima deidad reinante parece a punto de perecer, pero, días después, se percibe un ligero cambio: el Sol tarda un poco más de tiempo en ocultarse, y cada día que pasa, inicia su largo ascenso por su ciclo celeste. El Sol no ha sido derrotado. El Sol Invictus.
La fecha del Sol Invictus, celebrado en los cultos romanos de Mitra, Gabal y el mismo Sol, es 25 de diciembre. Así es, Navidad. Y no es coincidencia. En un acto de sincretismo con los antiguos cultos paganos, y aprovechando su conversión al cristianismo, Constantino I, cerca del año 300 después de Cristo, decidió que la fiesta del Sol Invictus era perfecta para celebrar el nacimiento de Jesús, alias El Cristo. Cabe mencionar que la Biblia cristiana nunca menciona fechas, y que los distintos cálculos señalan días como el 6 de enero o el 25 de marzo como otras fechas probables del nacimiento del Mesías, aunque como suele suceder, la espada ganó las discusiones que no pudieron ganar las plumas y la razón, y el Imperio Romano prevaleció en su celebración.
Por eso celebramos la Navidad los 25 de diciembre, en la ocultación de un antiguo ritual pagano impuesto por la fuerza en nombre de una religión que ha copiado casi todos sus elementos de las mismas religiones que más tarde señalaría de paganas y satánicas.
Y si, podrán decir lo que quieran del espíritu navideño, de la importancia de la familia, de las fiestas, etcétera: eso no cambia la historia.
¡Feliz Sol Invictus a todos!
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