164.6 La Princesa y el Sapo

La ahora eterna fórmula de Disney ataca otra vez. Vamos, en cuanto vemos el corto sabemos de qué se va a tratar y cómo va a terminar. Niñas que crecen pidiéndole deseos a las estrellas, príncipes convertidos en sapos, besos, algo sale mal tipo Shrek, la joven y el príncipe maleducado se conocen, se aman, no se dicen nada y al final se resuelve todo. Es decir, lo mismo de siempre.

Con una animación que recuerda las películas de hace 20 años, la novedad radica en dos cosas: la más importante es la utilización de Nueva Orléans como fondo de la historia, con música de jazz, los pantanos, el Bayou y la comida de la zona le dan cierto encanto a la película, aderezada con el voodoo de Felicier (el villano, quien es una mezcla del barón Samedi y el Hades de "Hércules").

El otro rasgo digno de mención es Ray. Es el personaje secundario con más peso y desarrollo en una historia de Disney desde Timón y Pumba. Cuando uno conoce a Evangeline, la pequeña luciérnaga (quien inicia de forma bastante simple) toma un cariz distinto. Lo más importante: muere, y muere de forma un tanto gloriosa y épica. Posiblemente sea la mamá de Bambi de las nuevas generaciones.

La disfruté, a pesar de de que se sabe para donde se mueve. Tiene un par de momentos muy buenos y hasta emotivos. La pareja protagónica no fue de mi total agrado, pero se llena el hueco tan criticado de Disney de no tener una princesa negra. Tal vez hubiera sido mejor escucharla en idioma original, aunque eso no va a ocurrir, por la cantidad de canciones y el tipo de canciones que se manejan. El villano tuvo un final demasiado rápido cuando pudo haber sido un villano de la talla de Úrsula o hasta Cruella de Vil, pero quedó debiendo. En fin, he mejores y también he visto mucho peores.

Un Humbertcricio de cuentas de Mardi-Gras.

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