154.2 Crónica de un Jarocho en Puebla (1)

Hoy fue el día para ir a conocer la sede del ENARM. Resulta que del hotel donde me estoy hospedando al Complejo Cultural Universitario son 20 minutos en camión, el cual tomo en la esquina y me deja en la esquina del CCU. Igual de regreso, atravesando la zona de Angelópolis y la Plaza Mazarik.

Primero a desayunar al Mercado Venustiano Carranza. Dos cemitas, una de carne enchilada y otra de jamón con quesillo. ¿El problema?, el pápalo, ésa planta verde de sabor ambiguo que con una sola mordida te impide disfrutar el sabor de la comida. De ahí en fuera las cemitas están enormes, lo suficiente para decir que no pude comer dos completas. Acompañadas de un licuado de nuez.



Luego, el viaje y llegada al CCU. Bien diseñado, bien ubicado, con una gran librería y música clásica ambiental, el CCU es una excelente sede. El CCU tiene ése aire de cultura que se respira por toda la ciudad, combinado con el espíritu de una universidad bien administrada. Caray, trato de no compararlo con la UV, porque mi alma mater sale muy mal parada.




De ahí, a dar la vuelta en Angelópolis. No es nada de otro mundo, sólo una plaza comercial grande. Ni siquiera aparecieron los Pipoptes que tanto prometía el Anticristo. Eso sí, a unos cuantos pasos hay una Librería Gandhi, donde me resguardé hasta que terminó la torrencial lluvia de la tarde. Maldita la hora de no tener dinero para poder comprar a gusto, ya veré si para cuando regrese me queda algo. Después, al Starbucks de Plaza Mazarik, a disfrutar un Frapuccino Java Chip venti.



Puebla, en el centro, tiene mucho encanto. No sólo el hecho de que hay una iglesia por cuadra o un edificio histórico a cada paso, sino el olor de la comida en la calle y la serenidad que se siente en el Zócalo. Conocí la Librería La Profética, en la llamada Casa de la Lectura: el lugar es enorme, cuarto tras cuarto de libros hasta en las vigas, con un pequeño bar en las afueras y una biblioteca gratuita en la parte superior. El Zócalo, de noche, se ve genial, rodeado de cafés y comercios, mientras la lluvia refrescaba el aire alrededor.



Mañana será el ENARM, pero el viaje valió por todo lo demás.

1 Response to "154.2 Crónica de un Jarocho en Puebla (1)"

  1. Suerte mi hermano, verás que todo sale cool