198.8 Cómo mueren los médicos.

"No es como el resto de nosotros, pero debería serlo".

Hace unos días encontré este texto de Ken Murray, que vale la pena la leída.

A continuación pondré la introducción. Lo escrito en itálicas es el texto original, lo que está en negritas es una traducción.

Years ago, Charlie, a highly respected orthopedist and a mentor of mine, found a lump in his stomach. He had a surgeon explore the area, and the diagnosis was pancreatic cancer. This surgeon was one of the best in the country. He had even invented a new procedure for this exact cancer that could triple a patient’s five-year-survival odds—from 5 percent to 15 percent—albeit with a poor quality of life. Charlie was uninterested. He went home the next day, closed his practice, and never set foot in a hospital again. He focused on spending time with family and feeling as good as possible. Several months later, he died at home. He got no chemotherapy, radiation, or surgical treatment. Medicare didn’t spend much on him.

Hace años, Charlie, un altamente respetado ortopedista y mentor mío, encontró un nódulo en su estómago. Un cirujano exploró el área, y el diagnóstico fue de cáncer pancrático. Este cirujano era uno de los mejores en el país. Incluso había inventado un nuevo procedimiento para este tipo exacto de cáncer que podría triplicar la probabilidad de supervivencia de cinco años de un 5 al 15 porciento, sin tomar en cuenta una pobre calidad de vida. Charlie no estaba interesado. Fue a casa al siguiente día, cerró su consulta, y nunca volvió a poner un pie en el hospital. Se enfocó en pasar el tiempo con su familia y sintiéndose lo mejor posible. Algunos meses después, murió en casa. No recibió quimioterapia, radiación o tratamiento quirúrgico. Medicare no gastó mucho en él.

It’s not a frequent topic of discussion, but doctors die, too. And they don’t die like the rest of us. What’s unusual about them is not how much treatment they get compared to most Americans, but how little. For all the time they spend fending off the deaths of others, they tend to be fairly serene when faced with death themselves. They know exactly what is going to happen, they know the choices, and they generally have access to any sort of medical care they could want. But they go gently.

No es un tema frecuente de discusión, pero los médicos también mueren. Y no mueren como el resto de nosotros. Lo que es inusual en ellos no es el mucho tratamiento que reciben a comparación de la mayoría de los Americanos, si no lo poco. Por todo el tiempo que ellos pasan rechazando la muerte en otros, tienden a estar calmados cuando encaran la muerte ellos mismos. Ellos saben exactamente que va a pasar, ellos saben sus opciones y generalmente tienen acceso a cualquier tipo de cuidado médico que pudieran querer. Pero se van tranquilamente.

A grandes rasgos el texto explica la diferencia que suele verse entre las personas ajenas a la profesión que son atendidas, y lo que el médico busca para sí mismo.
El mantener viva a una persona "por todos los medios posibles" suele ser una carga, tanto para la familia que sufre viendo morir a su familiar, que sufre por la deuda siempre creciente del cuidado hospitalario, que desconoce las reacciones que están ocurriendo y que el médico no siempre explica o da todas las opciones; como para el médico, que agota una a una sus opciones antes el deseo de los familiares de que el paciente se cure, así sea esperando un milagro que rara vez ocurre. Obviamente el dilema moral es fuerte, y raya en los términos de "eutanasia pasiva" y "falta de ética". (Sin olvidar, claro, el tercer pie de éste problema: los asuntos legales, las demandas por mala praxis, los médicos que quieren exprimir hasta el último centavo del paciente, etc).

Sobre ésto último, Ken narra la historia de Jack, un paciente cuyo deseo expreso era no volver a estar conectado a máquinas de soporte, y que sufrió una evento vascular cerebral. Al llegar al hospital lo pusieron en la Unidad de Cuidados Intensivos, conectado a las máquinas que él no quería.

When I arrived at the hospital and took over Jack’s care, I spoke to his wife and to hospital staff, bringing in my office notes with his care preferences. Then I turned off the life support machines and sat with him. He died two hours later.

Cuando llegué al hospital y tomé el control sobre el cuidado de Jack, hablé con su esposa y personal del hospital, trayendo mis notas con sus preferencias sobre el cuidado. Entonces apagué la máquina de soport vital y me senté con él. Murió dos horas después.

Even with all his wishes documented, Jack hadn’t died as he’d hoped. The system had intervened. One of the nurses, I later found out, even reported my unplugging of Jack to the authorities as a possible homicide.

Aún con todos sus deseos documentados, Jack no tuvo la muerte que él esperaba. El sistema intervino. Una de las enfermeras, como me enteré después, incluso reportó que desconecté a Jack como posible homicidio.

Al final, nos relata la historia de su primo Torch, quien fue diagnosticado con cáncer de pulmón con metástasis a cerebro:

We spent the next eight months doing a bunch of things that he enjoyed, having fun together like we hadn’t had in decades. We went to Disneyland, his first time. We’d hang out at home. Torch was a sports nut, and he was very happy to watch sports and eat my cooking. He even gained a bit of weight, eating his favorite foods rather than hospital foods. He had no serious pain, and he remained high-spirited. One day, he didn’t wake up. He spent the next three days in a coma-like sleep and then died. The cost of his medical care for those eight months, for the one drug he was taking, was about $20.

Pasamos los siguientes ocho meses haciendo un montón de cosas que el disfrutó, divirtiéndonos juntos como no lo hacíamos en décadas. Fuimos a Disneylandia, por primera vez. Pasábamos el tiempo en casa. Torch estaba loco por los deportes, y era muy feliz viendo deportes y comiendo lo que le preparaba. Incluso subió un poco de peso, comiendo sus comidas favoritas en vez de comida de hospital. No tenía mucho dolor, y permaneció con el espíritu en alto. Un día, no despertó. Pasó los siguientes tres días en un sueño parecido al coma y murió. El costo de sus cuidados médicos por esos ocho meses, por el único medicamento que tomaba, fue de cerca de 20 dólares.

Torch was no doctor, but he knew he wanted a life of quality, not just quantity. Don’t most of us? If there is a state of the art of end-of-life care, it is this: death with dignity. As for me, my physician has my choices. They were easy to make, as they are for most physicians. There will be no heroics, and I will go gentle into that good night. Like my mentor Charlie. Like my cousin Torch. Like my fellow doctors.

Torch no era un médico, pero sabía que quería una vida de calidad, no sólo cantidad. ¿No queremos lo mismo la mayoría de nosotros? Si hay una declaración en el arte del cuidado del final de la vida, es ésta: muere con dignidad. En cuanto a mi, mi médico tiene mis opciones. Fueron fáciles de hacer, y lo son para la mayoría de los médicos. No habrá [tratamientos, acciones] heroicas, y yo entraré gentilmente en esa buena noche. Como mi mentor Charlie. Como mi primo Torch. Como mis queridos colegas.

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