De nuevo, por motivos laborales, comento muy fuera de tiempo una noticia que me impactó de tantas maneras: Alejo Garza Tamez, oriundo de Allende, Nuevo León, se apertrechó en su casa situada en el rancho San José, cerca de Ciudad Victoria, y abatió a 6 narcotraficantes antes de caer muerto por las balas.
Algo que no me sorprendería ver en una película interpretada por Clint Eastwood.
Ya mucho se ha hablado de Don Alejo. La inmensa mayoría lo admiramos: en vez de salirse del rancho por orden del narco y cederlo, decidió tomar en sus propias manos las acciones que conocía para proteger su tierra. No confiaba en la policía o el ejército. No lo culpo.
Algunos otros lo consideran un tonto, un asesino que sació su sed de sangre a la vez que se iba a una "edad avanzada donde ya no le importaba vivir". Claaaaro.
Otros ya le hicieron su corrido. Lo elevaron, por aclamación popular, a la categoría de héroe. De santo. De macho con huevos, de ésos "que ya no existen" no lo bajan. No los apoyo, pero tampoco los detracto.
La defensa del patrimonio llevada a sus últimas consecuencias. Eso lo aplaudo. Eso lo admiro. ¿Cuándo recuperaremos nuestros espacios, nuestras ciudades, nuestro país? Una idea noble. Por eso las autoridades deben investigar la verdadera causa de la muerte de Don Alejo. Alan Moore nos explica porqué:
La verdadera causa de la muerte no fueron las balas. Fue la incompetencia del gobierno en proteger el patrimonio de sus ciudadanos.
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