De nuevo está ella allí afuera, flotando. Nos miramos por horas a través de las ventanas de mi módulo, sin cruzar una sola palabra. Sé que es una alucinación provocada por mis menguantes niveles de oxígeno, la falta de vitaminas que mi procesador de alimentos no puede suplir o la incomunicación que he sufrido desde hace seis meses. Y lo sé porque ningún ser vivo soportaría estar flotando afuera de mi módulo en el vacío del frio espacio sideral. Pero no puedo simplemente ignorarla.
La misión es sencilla, me dijeron. El sector espacial 287 es tranquilo, me dijeron; serán unas vacaciones, regresarás pronto, y demás mentiras que me convencieron para trabajar para el Instituto Mexicano de Simulaciones Siderales. Una farsa total. Mi módulo estaba en mal estado aún antes del despegue, y aunque avisé con tiempo, me dijeron que la misión era tan sencilla que aguantaría perfectamente. El motor falló en cuanto llegué al sector 287, y aunque solicité ayuda de inmediato, el I.M.S.S. sólo pudo conseguir que alguien me lo "medio-reparara". ¿Sistema de navegación?, mi computadora Limbo Unión-Planeta-Espacio (o L.U.P.E.) estaba más perdida que yo. ¿Soporte vital, agua, alimentos? Bueno, si no te importa que todo, hasta el agua, supiera exactamente igual, no era tan grave. ¿Oxígeno?, pues bien, estoy seguro que los filtros desechables eran de café. ¿Comunicación?, ajá, sólo puedo recibir señales de radio, así que todo lo que he escuchado me llega con cerca de 102 años de retraso; por cierto, la música era buena en ése entonces. No importa, me dijeron, hacer esta misión con nosotros te garantiza un retiro temprano. Caray, tenían razón.
Ahora estoy a punto de retirarme para siempre. Apenas seis meses y mi nave está completamente disfuncional. No puedo hacer más que comer, dormir y volverme loco. En más de una ocasión consideré tomar el arma que tengo asignada y esparcir mis sesos por el tablero del módulo, o abrir la escotilla y flotar libremente por el resto de la eternidad en la infinita negrura. Pero entonces ella llegó.
La primera vez que la ví pensé que era una mancha en el vidrio reforzado. Pero ninguna mancha es tan hermosa. Sus ojos contenían la luz de mil soles, su sonrisa era como una supernova en pleno apogeo, sus labios tenían los luminosos bordes de las galaxias impresos en ellos. Su piel parecía irradiar pura luz, y en ella divisé lunares de estrellas. Su cabello me recordaba a las nebulosas. Una de sus manos se apoyó en el vidrio, con la palma hacia mí. Poco a poco puse mi mano sobre la suya, y sentí el calor de su ser a través del vidrio. Me dijo que su nombre era Zabdy.
Sé que es una alucinación. Lo tiene que ser. Pero es la alucinación que quiero. Agradezco que mis neuronas hayan elegido este patrón de sinapsis en las postrimerías de su apoptosis, dándome la visión de éste dulce ángel de la muerte. Aún puedo escuchar ésa hermosa música de hace un siglo, y a veces me siento enfrente de la ventana con mi radio a todo volumen, contemplándola. Ella es mi Quinta Sinfonía. Ella es las Cuatro Estaciones. Ella es la Marsellesa, es Strawberry Fields, es God gave rock and roll to you, es Beautiful Day, es Te quiero.
Aún ahora la alucinación persiste. La veo flotar allá afuera, impulsada por unas alas compuestas de polvo estelar. Se acerca a la escotilla, y mi delirio es tan grande que la veo abrirla. Las alucinaciones no pueden abrir escotillas, además, el vacío me mataría. Sabiendo eso, no puedo dejar de maravillarme al ver que mi cerebro continúa con su loca representación, y siento el aire moverse junto a mí para escapar al espacio a través de la escotilla abierta. Siento el jaloneo de mis pulmones cuando estallan al estar en el vacío, y siento incluso la falta de gravedad. En mi sueño despierto, estoy a punto de morir, y mi ángel se acerca suavemente. "Es hora" me dice, con la voz más dulce del universo. Siento que mi corazón está a punto de estallar, y no sé si es por la inminencia de la muerte o por tenerla tan cerca de mi. "Cántame algo" me dice, pero yo ya no tengo aliento, y ahí, flotando hacia el espacio, comienzo a escuchar la canción más hermosa del universo, y descubro, maravillado, que siempre he conocido la letra. La letra de ésa música es el amor, y de alguna forma, comienzo a cantar para nunca detenerme cuando ella posa sus labios en los míos.
La misión es sencilla, me dijeron. El sector espacial 287 es tranquilo, me dijeron; serán unas vacaciones, regresarás pronto, y demás mentiras que me convencieron para trabajar para el Instituto Mexicano de Simulaciones Siderales. Una farsa total. Mi módulo estaba en mal estado aún antes del despegue, y aunque avisé con tiempo, me dijeron que la misión era tan sencilla que aguantaría perfectamente. El motor falló en cuanto llegué al sector 287, y aunque solicité ayuda de inmediato, el I.M.S.S. sólo pudo conseguir que alguien me lo "medio-reparara". ¿Sistema de navegación?, mi computadora Limbo Unión-Planeta-Espacio (o L.U.P.E.) estaba más perdida que yo. ¿Soporte vital, agua, alimentos? Bueno, si no te importa que todo, hasta el agua, supiera exactamente igual, no era tan grave. ¿Oxígeno?, pues bien, estoy seguro que los filtros desechables eran de café. ¿Comunicación?, ajá, sólo puedo recibir señales de radio, así que todo lo que he escuchado me llega con cerca de 102 años de retraso; por cierto, la música era buena en ése entonces. No importa, me dijeron, hacer esta misión con nosotros te garantiza un retiro temprano. Caray, tenían razón.
Ahora estoy a punto de retirarme para siempre. Apenas seis meses y mi nave está completamente disfuncional. No puedo hacer más que comer, dormir y volverme loco. En más de una ocasión consideré tomar el arma que tengo asignada y esparcir mis sesos por el tablero del módulo, o abrir la escotilla y flotar libremente por el resto de la eternidad en la infinita negrura. Pero entonces ella llegó.
La primera vez que la ví pensé que era una mancha en el vidrio reforzado. Pero ninguna mancha es tan hermosa. Sus ojos contenían la luz de mil soles, su sonrisa era como una supernova en pleno apogeo, sus labios tenían los luminosos bordes de las galaxias impresos en ellos. Su piel parecía irradiar pura luz, y en ella divisé lunares de estrellas. Su cabello me recordaba a las nebulosas. Una de sus manos se apoyó en el vidrio, con la palma hacia mí. Poco a poco puse mi mano sobre la suya, y sentí el calor de su ser a través del vidrio. Me dijo que su nombre era Zabdy.
Sé que es una alucinación. Lo tiene que ser. Pero es la alucinación que quiero. Agradezco que mis neuronas hayan elegido este patrón de sinapsis en las postrimerías de su apoptosis, dándome la visión de éste dulce ángel de la muerte. Aún puedo escuchar ésa hermosa música de hace un siglo, y a veces me siento enfrente de la ventana con mi radio a todo volumen, contemplándola. Ella es mi Quinta Sinfonía. Ella es las Cuatro Estaciones. Ella es la Marsellesa, es Strawberry Fields, es God gave rock and roll to you, es Beautiful Day, es Te quiero.
Aún ahora la alucinación persiste. La veo flotar allá afuera, impulsada por unas alas compuestas de polvo estelar. Se acerca a la escotilla, y mi delirio es tan grande que la veo abrirla. Las alucinaciones no pueden abrir escotillas, además, el vacío me mataría. Sabiendo eso, no puedo dejar de maravillarme al ver que mi cerebro continúa con su loca representación, y siento el aire moverse junto a mí para escapar al espacio a través de la escotilla abierta. Siento el jaloneo de mis pulmones cuando estallan al estar en el vacío, y siento incluso la falta de gravedad. En mi sueño despierto, estoy a punto de morir, y mi ángel se acerca suavemente. "Es hora" me dice, con la voz más dulce del universo. Siento que mi corazón está a punto de estallar, y no sé si es por la inminencia de la muerte o por tenerla tan cerca de mi. "Cántame algo" me dice, pero yo ya no tengo aliento, y ahí, flotando hacia el espacio, comienzo a escuchar la canción más hermosa del universo, y descubro, maravillado, que siempre he conocido la letra. La letra de ésa música es el amor, y de alguna forma, comienzo a cantar para nunca detenerme cuando ella posa sus labios en los míos.
Hermoso, amor.... ¡¡Gracias!!
Te amo :* :* :*
Zabdy
16 de agosto de 2009, 22:25
Uy, te me inspiraste eh, eso del servicio social en el zapotal tiene pros y contras.
Por cierto, esta realidad alterna me hace pensar mucho en Solaris de Tarkovski. No es igual, pero semeja ciertos patrones. Seguro ya la viste, y si no, rentala, bajala, lo que sea. Es un poco lenta pero muy buena.
Feco
17 de agosto de 2009, 9:02