Entrada Sesenta y Ocho: Irving

"Tengo sed"

Palabras de Cristo, en la cruz.

Ingresó a urgencias un pequeño de diez años, proveniente de Tuxtepec por un supuesto dengue hemorrágico que no había sido controlado. Venía con dolor en todo el cuerpo, en los músculos, en el abdomen, en la cabeza. Venía llorando, pidiendo que ya no lo picaran más, que ya no lo canalizaran, que le dieran un poco de agua, porque tenía sed.

Tenía leucemia linfoblástica aguda. Y de las más fulminantes que haya visto.

Se consumió su luz en un mes. En una semana. La semana pasada. De pronto le costaba jugar,se cansaba, y no podía respirar. Comenzó a vomitar todo lo que comía (dejó de comer gansitos, y eso que le encantaban), y se dedicó a tomar litros y litros de jugo. Después comenzó a vomitar el jugo. No le podían controlar los picos febriles.

Pasó su última noche llorando por un poco de agua. Iba a entrar a una punción. Hoy. Lo iban a transferir a México. Hoy. Le iban a dar quimio y se iba a mejorar e iba a volver a jugar, e ir a la escuela, y volvería a ser el mismo hijo de una pareja que había tenido cinco intentos fallidos antes de engendrarlo a él, y quienes no puede tener más hijos, y volverían a ser una familia feliz...

Murió con sed, una de las peores sensaciones que uno puede tener. Tenía soluciones calculadas a 3000 por metro cuadrado de superficie corporal, y tenía sed. Su mamá se pasó la noche remojándole los labios con solución, y tenía sed...
Pasó sus últimas horas vomitando un líquido parecido a la bilis, mezclada con la sangre de sus encías...batallando por respirar, sin reconocer a sus papás, presa de la desesperación de probar un poco de agua, víctima de su propia sangre, que se esforzó por inundar su cerebro...murió con sed.

Iba a cumplir once años en veintiún dias...

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