185.2 X-Men: First Class

El primer y más grande problema de ésta película es el título. X-Men: First Class (o "Primera Generación", como le pusieron en español), donde "X-Men" nos remite a los cómics y películas de los mutantes que conocemos y amamos. Siendo honestos, fuera de aquellos que hemos leído cómics, ¿quién conoce a Banshee o a Havoc (quienes tuvieran discretas apariciones en la serie animada de los noventa, que es el referente de la población en general)?, o mucho menos, ¿a Angel (New X-Men, de Morrison) o Darwin (a quien conocí en Deadly Genesis)?

"First Class" se aleja desde el principio de la fórmula tradicional de los X-Men en cine: el conflicto principal no son los mutantes, sino que toman los elementos del conflicto de los misiles en Cuba como transfondo para contar la historia de la presentación y participación mutante en los eventos mundiales, la fundación de los X-Men y el origen de la relación entre Charles Xavier y Erik Lansherr.

Xavier/Erik (McAvoy y Fassbender) están magníficos, tanto los actores como la relación entre personajes. McAvoy nos presenta a un Xavier jovial, encantador, líder natural y creyente de la co-existencia entre mutantes y humanos. Si Patrick Stewart era la apariencia física de Charles Xavier, James McAvoy logró darle la personalidad que tanto necesitaba el Profesor X. Michael Fassbender nos presenta a un Magneto que se siente más como un antihéroe que como un antagonista o villano.

Kevin Bacon es un Sebastian Shaw que no sorprende. Un villano Bond muy deslavado, cuyo mayor mérito es portar el casco de Magneto antes que él y ser el causante del peculiar monstruo de Frankenstein.

El resto de las actuaciones no sobresalen en nada, pero tampoco deslucen gran cosa. He escuchado muchas quejas sobre January Jones como Emma Frost, que no supo darle profundidad o un enfoque adecuado a su personaje, pero yo culpo más a la dirección que a la señorita Jones. Simplemente no me pareció una película donde la White Queen pudiera lucirse por completo.

Muy por fuera de la trama principal, que retoma por momentos elementos de las películas de James Bond de la postguerra con el sentido del antihéroe buscando venganza, son las tramas secundarias hacen referencia a la idea general de los cómics de los X-Men: los mutantes ante un mundo que les teme y odia, representado en la subtrama entre Hank McCoy y Raven.

Los efectos especiales no son lo más sorprendente. El vestuario está basado en los orígenes de los X-Men, el viejo chiste del spandex amarillo de la primera película de los mutantes.

Aunque se podría situar dentro de la continuidad de las primeras películas, existen pequeños detalles que deberían ser suprimidos o explicados, como el Charles Xavier calvo y caminando en Wolverine: Origins o el mismo Xavier en casa de Jean Grey.

Dos cameos muy buenos completan la experiencia: el primero es casi obligatorio, con uno de los mejores chistes y one-liners de la película. El otro está un tanto oculto, y es un guiño a los fans de la primera Mystique.

En resumen, la película es buena. Fantástica, estoy tentado a escribir. Para que los fans de Marvel la disfruten tienen que olvidar el "X-Men" del título y recordarlo unos minutos antes de que termine. No traten de buscar errores ni faltas de continuidad, solo disfruten una historia muy bien contada que conserva, a lo mucho, los nombres originales de los personajes, que fue lo poco que respetaron. Los que no leen cómics vayan sin miedo, vale la pena el boleto del cine.

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