179.4 Sobre las leyendas urbanas.

Escribo esto antes de que el tema envejezca aún más.

Hace un mes me encontré con una leyenda urbana sobre cierta página web maldita. Me pareció interesante e hice un post sobre ella. A los dos días me topé con otra, que apenas estaba empezando y también hice un post sobre ella (por "hacer" me refiero a que copié y pegué lo que otros habían escrito, pero ustedes me entienden). Ya encarrerados, le mencioné a unos amigos por FB sobre las leyendas, y el buen Pepe Flores, en un artículo para ALT1040 pidió sugerencias para una compilación de leyendas urbanas sobre videojuegos y sitios web. El cuál incluso fue cuasi-plagiado por El Universal, en su sección De 10.

En los comentarios diversos, por Twitter, Facebook, ALT1040 y De 10 no cesan de insistir aquellos que están seguros que tal leyenda o aquella otra es falsa, que se pueden hacer con un programa de computadora, que es edición de video, que la página maldita ya expiró o que el autor de la leyenda de Majora´s Mask desmintió todo.

Si, tienen razón.

Pero voy un poco más allá. Todas las leyendas urbanas son falsas. Claro, existen sus tristes excepciones (los cadáveres en los colchones no son tan raros, y si han existido tipos que se han cortado la cabeza a sí mismos tratando de probar algún punto estúpido), pero, repito, TODAS las leyendas urbanas son falsas.

Es un tema que fascina, francamente. Para algunos, es la confirmación de la vida "mas allá", para otros representan miedos básicos de la cultura y para otros, incluyéndome, son excelentes historias que contar en fiestas o fogatas o incluso escribir un post sobre ellas. Punto.

No creo que existan una versión negra de Pokémon. No creo que existan Bloody Mary o que haya un asesino con un hacha en el asiento trasero de mi coche. No creo que los Pitufos rojos vayan a pellizcarme por la noche o que existan las canciones que si las oyes te suicidas. Lo que si creo es que hay excelentes historias basadas en ésos enunciados, bien elaboradas, imaginativas, aterrorizantes, que me hacen sugestionarme por ratos, que hacen que mi piel se ponga de gallina y no me dejen dormir de noche. Lo mismo me ha pasado con alguna película de terror, relato de Edgar Allan Poe o Stephen King (a pesar de los años hay historias de ellos que me dejan pensando), serie de TV u historias que me han contado. Es lo maravilloso de las leyendas urbanas, no que sean realidad o no, sino el cómo contarlas puede hacernos querer creer en ellas.
Por eso levanto mi copa en nombre de Jadusable/Ben, y cómo dijera Pablo Alva (creo que fue él, ya me corregiran si me equivoco): "No sé que vende Jadusable/Ben, pero quiero mil".

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