No se trata sobre Nietzsche, ni mucho menos, se trata del anhelo del regreso al hogar, al que marcamos como el punto de intersección de "y" y "x" = 0.
De regreso no sólo a mi hogar físico en el Puerto que tanto extraño, si no a mi segundo (o tercer, considerando el barco donde trabajo) hogar: mi blog, mis redes y mis direcciones habituales de internet.
La vida en un barco es toda una experiencia. Casi no sentí el "cold turkey" de no tomar refresco (de alguna forma pude conseguir un par de latas de coca-cola), no comer comida chatarra (a excepción del episodio donde estaba sufriendo alucinaciones y me terminé comiendo unos churrumaís), no ver la televisión (ponían puro Bandamax y Ritmoson Latino), no ir al cine (vi Kick-Ass en la computadora del consultorio) y no poderme conectar. Casi. Y eso porque todos los días había que hacer algo diferente en el trabajo.
Pero agosto casi termina, y estoy de regreso. Gracias a los que permanecieron al pendiente de mi travesía y espero poderles contar algo de la otra vida, mientras retomo, lentamente, esta.
Namaste, y buena suerte.
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